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Tuesday, November 22, 2011

Página de inicio Mindspark

    Monday, March 23, 2009

    Recital de Peter Gabriel: Crónica

    Son alrededor de 700 km. de recorrido desde Bahía Bahía Blanca a Capital.
    En este caso opté por Plusmar, solo para encontrarme con que el clásico
    sándwich había sido reemplazado por una lays de $1, un alfajor "jorgito",
    otro clásico de limón y un rocklets miniatura.
    Cuanto dormí importa poco, solo importa que arribé a retiro a las 6.30 hs.
    En dicho momento era impensable despertar a alguien de aquellos que
    ocupaban el departamento. Así que esperamos hasta las 8 para salir para
    Palermo.
    La última vez que vine a Baires lo hice para disertar sobre ciegos y
    su inclusión en nivel superior. No soy muy mayor así que la facultad
    de Diseño y Arquitectura de la Cuidad Universitaria donde se celebro
    dicho evento me dejó maravillado. Nunca he recorrido la cuidad en detalle,
    no por falta de deseo. Desde aquélla última vez Buenos Aires ha cambiado
    un poco -y no lo digo por los carteles de la gobernación local en las
    paradas de bondi- hay cierta cosa en el aire, que quizás la soberbia
    porteña se ha perdido. En su lugar un despliegue de individualismo ya
    trillado. Creo que los porteños ya no tienen esa imagen de
    "me como el mundo" porque suena a lenguaje publicitario.
    El Departamento en silencio cuando uno de sus habitantes nos abrió la
    puerta. La otra persona dormía, así que desayunamos en silencio,
    medio en la cocina y medio en el patio.
    Luego charla, charla amena, charla introductoria y finalmente aquella
    que mas disfruto: La charla profunda. Nos cortó la charla la invasión
    de interrogantes, "que qué llevamos, que a qué hora vamos"
    Saliendo finalmente para tomar el bondi de Palermo a Vélez. 147 creo,
    no soy bueno para esas cosas.
    En el colectivo los rostros se veían transparentes. Había laburantes,
    gente que iba para el recital -nativos e interioranos- y esos que uno
    no tiene idea que estarán haciendo. Recuerdo un rostro en particular:
    era rubia, muy pálida. Tenía buenos labios, perfectos, no demasiado
    gruesos ni carnosos. Llevaba una musculosa azul clásica -ropa de verano
    para no sudar en exceso- tenía 2 tatuajes, uno en el brazo izquierdo
    que era como uno de esas manchas vectoriales del equalizador gráfico
    del winamp; en el otro brazo eran como dos letras -ni en japonés ni
    trivales, por suerte- sino extrañas. En el centro de ambos tatuajes,
    en el medio de su tórax, su piel se curvaba tan sutilmente.
    Tenía lo suyo la niña.
    Después subieron dos con un tal. Llevaban aquella combinación de
    temprana juventud y belleza. Iban con alguien que podía ser su tío,
    su padre, su novio.
    A mi lado tenía otra enchufada con su mp3 en volumen bajo.
    Nos indicó donde bajar y dijo que nos iba a avisar -de nuevo, cada
    vez que encuentro cortesía en Baires pienso como los medios nos
    amedrentan a los del interior.
    Veléz no parece gran cosa. Un flaco de Amnisty en la entrada,
    firmamos, conversamos, "así viniste la última vez, que loco!" bueno
    firmamos (era para la promoción de una ley contra violencia doméstica
    para ser presentada ante el ejecutivo).
    Era temprano -7 o 7.30- así que pasamos rápido el control,
    no nos cachearon. Unas niñas cubiertas de licra y con generosos
    atributos comprobaron con un detector la autenticidad de las entradas
    -por qué licra y tetas? al fin y al cabo no venden nada.
    En la entrada apareció ese que seguro esta siempre, pero como era mi
    primer recital grande, me sorprendió: "Ustedes están en la última fila
    de platea, por una ayuda los puedo acomodar mejor" dijo como no
    diciéndolo después de haber tomado nuestras entradas.
    Entre confusión y apresuro nos acercamos los cuatro, lo paramos y
    dijimos que en CUANTO consistía la ayuda. "no sé, lo que tengan, 50,
    40, 20, 5 cada uno. Bueno, accedimos.
    Mientras discutíamos la "moralidad" e inmoralidad de los hechos y
    la habitual corrupción presente en cada bendito escalafón de la
    sociedad, llegamos.
    Estadio

    Vélez -porque cada vez que pienso en Vélez viene ginsburg!- es un estadio clásico -aunque no tengo idea como sea uno, no me gusta el soccer, ni mucho menos el deporte- había 2 plateas (inferior y superior) en cuatro de los lados. Un lado -frente- estaba vació, con el escenario adelante. Luego del escenario la mitad de la cancha cubierta de VIP's. Después otro espacio y un vallado. Finalmente campo -cierto, había una pantalla también para campo-. Nosotros veíamos el escenario como se ve a un vecino desnudo en alguna torre cercana. Las pantallas demasiado no ayudaban. Nos conformamos con pensar que estábamos mejor que los de campo. Con menos guita estábamos mejor posicionados que aquellos que veían solo una pantalla. Al principio eramos pocos, la mayoría generosamente arriba de los treinta, algunos más jóvenes. Varias parejas y luego grupos de amigos. También vi a una mujer que llegó sola. Había mucha conversación acerca del precio, de lo que nos “ahorramos” por llegar temprano, de que Vélez estaba mejor que el River de Waters, que el agua no era tan cara. En el campo algunos lúcidos reposaban en el piso solitarios, otros caminaban dentro de dos pelotas similares a las del recital en Italia. En este punto parecía que iba a faltar mucha gente, mientras probaban las pantallas, mas bien cañones; escuchábamos distintas variantes de la misma propaganda del gobierno sobre la ley de radiodifusión. Un aviso de Santander y eventualmente -al habilitarse el primer cañón- vimos un gráfico donde Fénix nos explicaba salidas de emergencias y demás. En la pantalla de la derecha -la única habilitada por un rato- apareció el rostro de Peter presentando en inglés a esta nueva banda favorita. Cuando los teloneros aparecieron en escena se podía ver en campo algo así como una cañería rota, por donde brotaba un caudal enorme de 100 personas por minuto. Eran una banda que jamás había escuchado nombrar, chicos muy jóvenes, algo así como una fusión entre Jeff Buckley, Radiohead y el sustancioso sonido de Soundgarden por momentos. Hablaron algo en español y avisaron que su disco se encontraba disponible en en la tienda, detrás de campo. Habrán tocado media hora cuando se despidieron.

    Fueron unos 40 minutos de preparativos y silbidos. Al cabo de la espera las luces se apagaron y se encendieron los gritos y aplausos. Peter apareció con su look actual -de negro y muy canoso- y comenzó una larga introducción para lo que serían los primeros temas -casi dos de cada uno de los primeros discos. Era extraño estar allí, todavía no lograba matizarme con la atmósfera cuando los primeros loops de Darkness comenzaron. Esa canción me fascina y desde allí en adelante mirar la pantalla, el campo, los brazos del VIP aplaudiendo y ese circulo que forma el estadio cuando uno mira hacia arriba lleno de vértigo pasaron a segundo lugar frente a la música. Big time y Red Rain enloquecieron a una porción del público. Era posible sentir las vibraciones mientras miles acompañaban los estribillos.


    Lamentablemente las maravillas de los tours de Gabriel que uno aprecia en video brillaron por su ausencia, solo estaban en escena sus músicos, su hija y varias computadoras y pantallas de lcd. Sin embargo el cantante logró cautivarnos sin mucho esfuerzo, fruto seguramente de sus treinta años bajo el spot. El orden de las canciones nos llevaba desde la euforia de Steam hasta las incontenibles imágenes individuales en nuestras mentes con father, son. Un tema del proyecto ovo -the tower that ate people. Cada una era introducida por una sintética explicación, casi mágica, en español donde la figura se desenvolvía respetuosamente en la lengua extranjera. Eso jamás lo vi en el New Word tour, allí las presentaciones eran inglés mas allá del idioma de la audiencia. Entre las que mas recuerdo están: man and women, la emocional biko; las fréneticamente acompañadas con palmas y voces Solsbury hill, in your eyes y secret world. Se hicieron extrañar mercy street, don't give up y hubiera amado that voice again. Alrededor de dos horas y media de recital, dos horas y media armónicamente conectado con el autor y cantante, su banda, y el resto de las casi 30.000 almas presentes en un recital que tuvo mucho de revancha. El final en palabras de Gabriel “ahora depende de ustedes”.

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